
IMPULSO DE LAS ENERGÍAS RENOVABLES

Alentar el uso de energías bajas en carbono, entre ellas las renovables.
Se trata de abordar un verdadero pensamiento ecológico integral, como enseñó el General Perón ya en 1974, en el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional. Ya entonces, Perón advertía: “Ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobreestimación de la tecnología, y de la necesidad de invertir de inmediato la dirección de esta marcha a través de una acción mancomunada internacional”. Reflexionaba el ex Presidente que “el ser humano, cegado por el espejismo de la tecnología ha olvidado las verdades que están en la base de su existencia. Y así, mientras llega a la Luna gracias a la cibernética, la nueva metalurgia, combustibles poderosos, la electrónica, y una serie de conocimientos fabulosos, mata el oxígeno que respira, el agua que bebe y el suelo que le da de comer, y eleva la temperatura permanente del medio ambiente sin medir sus consecuencias biológicas. Ya en el colmo de su insensatez mata al mar, que podría servirle de última base de sustentación. La lucha contra la contaminación del ambiente y la biósfera, el despilfarro de los recursos naturales, el ruido y el hacinamiento de las ciudades y el crecimiento explosivo del plantea debe iniciarse ya a nivel municipal, nacional e internacional”.
Se trata de uno de los puntos clave sobre los cuales es urgente avanzar. El Papa Francisco abundó en este problema en su Encíclica Laudato Si´. Allí advierte que “el enorme consumo de algunos países ricos tiene repercusiones en los lugares más pobres de la Tierra”, y alerta sobre la existencia de una “deuda ecológica”, por cuanto “los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biósfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro”.
El llamado del Santo Padre nos interpela a todos. “Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos”.
En la cumbre de alcaldes realizada en 2015 en el Vaticano, los participantes se comprometieron a “reforzar en sus ciudades y asentamientos urbanos la capacidad de resiliencia de los pobres y de aquellos en situación de vulnerabilidad y reducir su exposición a los eventos extremos relacionados con el clima y otros impactos, y catástrofes económicas, sociales y medioambientales, que fomentan la trata de personas y los riesgos de la migración forzada”. Es el camino a recorrer.
EL PACTO DE SAN ANTONIO DE PADUA
Contempla un compromiso para adoptar políticas y cursos de acción en materia social frente a necesidades y problemas que requieren atención inmediata, pero también estrategias de largo plazo. El Pacto de Padua conlleva la guía y liderazgo espiritual del Papa Francisco, que ha señalado reiteradamente el imperativo moral de atender la crisis de los excluidos del sistema y el daño ambiental que ponen en riesgo la convivencia en la llamada “Casa Común”.