Que no roben la esperanza
Por Federico Wals
El Papa Francisco ha realizado distintos viajes al continente americano: a Brasil por la Jornada Mundial de la Juventud; a tres países de América del Sur, Ecuador, Bolivia y Paraguay; a Cuba y Estados Unidos junto con la visita a la sede de las Naciones Unidas y finalmente a México. Un experto en liderazgo, el estadounidense Chris Lowney, quien estudió con los jesuitas y ahora está en una ONG dedicada a ayudar a chicos de países emergentes, señala que “Francisco ha hecho más que desafiar a su propia Iglesia; está desafiando nuestro enfoque cultural del liderazgo, al encarnar una visión abarcadora e innovadora, profundamente contracultural, de cómo viven los líderes y qué valoran. Es auténtico y sincero, mientras que muchas figuras públicas prominentes parecen superficiales y falsas, y tratan de confundirnos en forma constante. El Papa parece inspirado por una pasión de servir, no por un ansia de estatus, dinero o poder. Cuando lo observo, empiezo a preguntarme si esta inusual elección del Papa, aun cuando está provocan el cambio en su Iglesia, no podría ser un catalizador, igualmente inusual, para una conversión global acerca del liderazgo”. En su viaje a Paraguay expresó su alegría por “la cantidad y variedad de asociaciones comprometidas en la construcción de un Paraguay más próspero y pronunció un discurso valiente y novedoso, en continuidad con lo que dijo en Bolivia a los movimientos sociales. Francisco impartió una clase de diálogo real y concreto, el que cuesta pero permite avanzar, con pequeños pasos, hacia un proyecto común. La base es “asumir el conflicto” que nace de la diversidad, que incomoda, pero que puede conducir a una unidad que enriquece, que no anula. Si bien fue cuidadoso, el Papa no fue diplomático. Se puso claramente del lado de los pobres, de los “descartados”. Pero no atacó a nadie, sólo a las miserias humanas. Por el contrario, invitó a todos a sumarse a “procesos de cambio” sin “apuntar el dedo” a los presuntos culpables. Los problemas son tremendos. Pero si muchos pequeños grupos se unen y dialogan creativamente para proponer un modelo económico “con rostro humano”, puede existir la esperanza –que en Francisco es convicción– de que “otro modelo de desarrollo es posible”. “Un desarrollo económico que no tiene en cuenta a los más débiles y desafortunados, no es verdadero desarrollo. La medida del modelo económico ha de ser la dignidad integral del ser humano, especialmente el más vulnerable e indefenso”. Finalmente a los empresarios, políticos y economistas, les pidió “no ceder al modelo económico idólatra que necesita sacrificar vidas humanas en el altar del dinero y la rentabilidad”. Durante un encuentro ante miles de jóvenes en Asunción dijo: “Necesitamos jóvenes con esperanza y fuertes de espíritu, no jóvenes debiluchos, que ni sí ni no. No queremos jóvenes que se cansen rápido, y que estén con cara de aburridos”. Sintetizó con el “Hagan lío, pero organícenlo bien”. Esto no es nuevo en Francisco, pues ya en 1988, cuando se canonizó al jesuita San Roque González en una conferencia en el Colegio del Salvador hablaba del proyecto de paternidad de los padres jesuitas en las misiones: “Es un proyecto de libertad, de liberación cristiana... Puesto que la médula es la paternidad, se trata de un proyecto definitivamente opuesto a los proyectos ilustrados de cualquier signo, los cuales prescinden del calor popular, de sentimiento, y de la organización y trabajo del pueblo.” Francisco ha mantenido un hilo conductor: “Normalmente nos movemos en espacios que de alguna manera controlamos. Ese es el centro. Pero a medida que vamos saliendo del centro vamos descubriendo más cosas. Y cuando miramos el centro desde esas nuevas cosas que descubrimos, desde nuestras nuevas posiciones, desde esa periferia, vemos que la realidad es distinta”. Siempre miró el mundo desde las periferias, desde abajo, desde el pueblo fiel de Dios, por eso recordamos que llamó la atención su gesto de hacerse bendecir por el Pueblo casi inmediatamente después de presentarse en público en el Vaticano. Francisco quiere armar nuevos liderazgos, con transparencia, que den ejemplo, que armen los proyectos desde la participación del Pueblo y no desde el “despotismo ilustrado”, de los que “saben”, desde los escritorios y no se ensucian los pies con el barro. El nos da el ejemplo.